Cada cuatro años los partidos políticos se enfundan la camiseta verde. Defienden las energías renovables, promueven el reciclaje de residuos y amparan la reducción de las emisiones. La ecología vende entre los electores, al margen de su posición ideológica. Aunque muchos de estos compromisos descansen en el limbo durante el resto de la legislatura.
En la vorágine electoral, las iniciativas sostenibles han asumido un papel aún más protagonista. Más allá de que los proyectos se ejecuten en tiempo y forma, resulta indiscutible que las formaciones políticas han elevado su sensibilidad medioambiental en la última década. Y esto se refleja en todos los programas.
Las energías renovables representan el paradigma de esta nueva cultura ambiental. De forma unánime, los candidatos abogan por su generalización, prometen ventajas fiscales para quienes las adopten en sus hogares, y apuntan a este sector como uno de los motores para abandonar la crisis.
Los grandes temas medioambientales marcan las agendas de las formaciones. ¿Cuál es el futuro de la energía nuclear? ¿Hay que apostar por los coches eléctricos? ¿Se debe restringir el tráfico en las ciudades? ¿Qué hacemos con los transgénicos? ¿Es viable una ecotasa?. A continuación, algunas de sus respuestas.
Cambio climático y vida urbana
La receta contra la amenaza del calentamiento global no es unánime, pero sí similar. Hay que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y apostar por el transporte público y los vehículos eléctricos. Porque ni el diésel ni la gasolina ayudan.
La fórmula más drástica tiene el sello de Esquerra Unida. La coalición apuesta por la peatonalización de los centros urbanos y por las restricciones al tráfico rodado. Compromís no se queda atrás y propone una tasa sobre los carburantes fósiles para tratar de reducir su consumo. Ni PP ni PSPV contemplan este nuevo impuesto.
En cambio, el impulso del transporte público sí se erige en punto de encuentro. Todas las formaciones defienden el desarrollo del ferrocarril y, como no, de la bicicleta. Los 'populares' incluso se comprometen a sustituir progresivamente el parque móvil de la Administración por coches híbridos o eléctricos. Y anuncian un plan para promover este tipo de vehículos en las ciudades de más de 50.000 habitantes.
Con todo ello se pretende mejorar la calidad del aire, aunque la oposición también reclama transparencia informativa en torno a los niveles de contaminación atmosférica en las urbes. En este punto, el PSPV lleva la delantera: garantiza el acceso universal y en tiempo a estas mediciones a través de internet.
Destacan también las referencias a lucha contra el ruido, a la que se suman los principales partidos, y a la contaminación lumínica. Tanto Esquerra Unida como Compromís abordan este problema en sus programas, donde exigen cambios en el actual sistema de alumbrado público.
La construcción ecoeficiente es otro de los pilares que concita el apoyo unánime de todos los grupos. El PP propone, en este caso, la creación de un código técnico de urbanismo sosteniblepara promover la arquitectura sostenible y la introducción de la energía solar en las nuevas edificaciones.
Urbanismo sostenible
Tampoco aflojan los 'populares' en cuanto a protección del territorio se refiere. No en vano, se comprometen a que la mitad de la superficie de la Comunidad Valenciana se encuentre bajo el amparo de alguna figura de conservación durante la próxima legislatura.
La propuesta no convence, sin embargo, a Esquerra Unida que clama por una moratoria urbanística y la limitación de los campos de golf. Junto a Compromís, demandan un modelo de ciudad más compacto, que permita la protección, entre otros ecosistemas, de la huerta tradicional.
La coalición que aúna a Bloc e Iniciativa tiene, sin embargo, dos ases bajo la manga. Propone, por un lado, la creación de un impuesto sobre el cambio de calificación del suelo, así como la constitución de un nuevo ente independiente, al margen del poder político (al que bautizan como Banco de Capital Natura) que custodie las zonas protegidas.
Desde el PSPV se apuesta también por una ley de Conservación de Espacios Naturales, el desarrollo de un Plan de Excelencia Medioambiental y la elaboración de un inventario de zonas degradadas a fin de impulsar su regeneración.
Aunque quizás, el proyecto emblemático de los socialistas sea la instauración de un Banco de Suelo Fértil que gestione su reutilización una vez haya sido descartado para la construcción de viviendas o infraestructuras.
La transparencia urbanística resulta capital para los 'populares', que ponen el acento en este punto. Por ello ofrecerán información sobre la clasificación de suelo y el uso permitido a través de internet, al tiempo que se comprometen a ejecutar auditorías de gestión urbanística.
A vueltas con el debate del agua
En la cuestión hídrica el PP mantiene el pulso con el Ejecutivo. Aunque sin referencias expresas al trasvase del Ebro, reclaman una nueva planificación hidrológica que "contribuya a paliar" los déficits de las cuencas deficitarias. Y para articular esta política exigen la fundación de una Autoridad Nacional del Agua.
Esquerra Unida, sin embargo, apuesta por que un ente autonómico (la Agencia Valenciana del Agua) asuma la gestión hídrica y garantice la depuración de las aguas residuales. La posición del PSPV sobre este asunto es un misterio. En el programa no se incluye una línea al respecto.
Los 'populares', en cambio, comprometen 2.400 millones de inversión en infraestructuras, al tiempo que abogan por la eficiencia, la depuración y la reutilización de los recursos.
Coincide Esquerra Unida con estas propuestas del PP, al igual que con el propósito de recuperar los ríos, acuíferos y zonas húmedas (al que se suman Compromís y PSPV). Sin embargo, la formación dirigida por Marga Sanz pide el cierre del campo de golf de El Saler (por los supuestos efectos perniciosos sobre la Albufera) y cambios en la tarificación del agua para penalizar más los consumos excesivos. De este modo pretenden controlar la actual demanda de agua sin que aumente la oferta.
La guerra de las basuras
La crisis abierta tras la saturación de vertederos en Castellón y Valencia y el traslado de las basuras a Alicante tiene también su reflejo en los programas electorales, aunque con puntos de partida muy dispares.
Mientras populares y socialistas abogan por la ejecución de las infraestructuras pendientes en los planes zonales y recogidas en el Plan Integral de Residuos, Esquerra Unida plantea un cambio de modelo.
La coalición de izquierdas se opone frontalmente a laconstrucción de las cuatro incineradoras programadas y reclama que la gestión de los desperdicios se limite a cada comarca, para evitar así su tránsito desde la costa, más habitada, hacia las áreas de interior.
Su proyecto aboga por la creación de plantas de tratamiento más pequeñas, que combinadas con las de biometanización, permitan generar gas para combustible, y potenciar la industria local de la reutilización y reciclaje.
Para ello, no obstante, es imprescindible extender la recogida selectiva a todos los municipios de la Comunidad, algo en lo que también coincide el PSPV. No sólo es importante el papel, el cartón o el vídrio. Porque con la materia orgánica puede procesarse compost, abono natural para la agricultura.
Los socialistas también se comprometen a constituir la Entidad de Residuos de la Comunidad Valenciana, así como un plan transitorio que permita paliar los problemas de las basuras, al menos temporalmente. Y como no, prometen, como el PP, un nuevo Plan Integral de Residuos.
La energía más verde
El consenso en materia energética tampoco existe, pero sí las intenciones comunes. Todos los partidos coinciden en apostar por las energías renovables, no sólo desde el punto de vista industrial o institucional, sino también para el uso particulares.
Esquerra Unida, por ejemplo, propone la creación de un plan energético valenciano, así como un Instituto de Ahorro y Eficiencia Energética y Energías Renovables que gestione la transición a este nuevo modelo.
Los ‘populares’ abogan por la elaboración de un nuevo código técnico de urbanismo sostenible que favorezca la arquitectura bioclimática e introduzca la energía solar en las edificaciones. Se comprometen a dar ejemplo en los edificios públicos, colegios y hospitales con planes específicos de eficiencia energética. En los centros sanitarios, aseguran, ahorrarán hasta un 25% en energía y agua gracias a la tecnología ‘verde’.
Para los ciudadanos de a pie, el PP anuncia también líneas de crédito y desgravaciones fiscales para impulsar los proyectos de ahorro en hogares. En la misma línea, Esquerra Unida y Compromís lanzarán un plan de techos fotovoltaicos. Los primeros pretenden alcanzar, como mínimo, los 8.000; la coalición de Bloc e Iniciativa eleva, en cambio, esta cifra hasta los 100.000 al término de legislatura.
La biomasa, la eólica (EU introduce matices en punto), el biogás, el biodiesel y las prospecciones geotérmicas completan el clúster de energías alternativas que proponen los partidos. En el lado opuesto, de nuevo EU rechaza la energía nuclear y exige el cierre inmediato de Cofrentes. Compromís también, pero con matices. Plantea un plan transitorio para que el abandono del fusión no resulte traumático.
Por su parte, 'populares' y 'socialistas' no se definen sobre el futuro de esta infraestructura, ni incluyen referencia alguna al Almacén Temporal Centralizado (ATC) en Zarra, aunque ambos sí se han pronunciado en contra previamente.
Tras ofrecer sus iniciativas, los partidos se enzarzan en una guerra de cifras. Como si de una subasta se tratara, los diferentes partidos elevan sus objetivos medioambientales por encima del resto.
Si EU se propone reducir en un 20% el consumo energético hasta 2015, Compromís asegura que rebajará en un 30% las emisiones hasta 2020. Y el PP, que sube la apuesta, luchará por que la mitad de la energía eléctrica generada provenga de fuentes renovables. ¿Quién da más?
Más parques naturales
Contra el cambio climático, nada mejor que los árboles. Así lo entienden los 'populares' que han centrado parte de su programa en la revitalización de los bosques privados, es decir, de aquellos cuya titularidad no corresponde a ninguna de las Administraciones públicas.
Así, plantean un sistema de explotación sostenible basado un nuevo modelo de gestión, en el que se compense (no especifica cómo) a los propietarios que conserven o mejoren su superficie forestal.
Además, se comprometen a crear una red de árboles semillerospara reforestar las zonas afectadas, aunque Esquerra Unida insiste en que en estas acciones se deben emplear especies autóctonas en base a criterios ecológicos.
El proyecto más mediático de los 'populares', sin embargo, es el 'apadrinamiento'. O lo que es lo mismo, por cada nuevo nacimiento plantarán un árbol, al que 'bautizarán' con el nombre del retoño.
Esquerra Unida, sin embargo, hace hincapié en la protección de los ecosistemas autóctonos (demanda que se ejecute de forma inmediata), de los árboles monumentales, al tiempo que exige la ampliación (en número y superficie) del catálogo de zonas húmedas.
En este sentido, reclama la creación de nuevos parques naturales, como el del Maestrazgo, Els Ports de Beseit, el Alto Palancia, la Marjal de la Safor o la Playa del Ahuir.
Junto a Compromís, insiste en aplicar en toda su dimensión la figura de Lugares de Interés Comunitarios (LIC) al tiempo que formula la necesidad de planes para conciliar las actividades tradicionales con la conservación del medio natural. Para las que pudieran afectarlo, pide una regulación estricta.
Compromís introduce algunas puntualizaciones. La generalización de los sistemas de detección de fuego por infrarrojos, la delimitación del dominio público marítimo-terrestre y la creación de un Banco de Capital Natural que custodie las áreas protegidas.
Tasas para proteger el medio ambiente
Sobre el incremento de la fiscalidad únicamente se definen las dos coaliciones que integran partidos 'verdes'. Compromís y Esquerra Unida proponen crear nuevos impuestos para financiar sus políticas ambientales.
La primera pretende crear un impuesto sobre el cambio de calificación de suelo y tasas sobre los combustibles fósiles, mientras que EU consigna nuevas gravámenes para las actividades susceptibles de generar efectos perjudiciales para la naturales.
Pero no todo son cargas impositivas. En la Ley General de Fiscalidad Ambiental que plantea Esquerra Unida se contemplan tributos para desincentivar las malas prácticas, pero también ventajas fiscales para promover los comportamientos respetuosos con el medio ambiente. Compromís abunda en esta misma fórmula. Por ejemplo, sugiere transformar los impuestos que gravan los vehículos por una tasa vinculada al grado de eficiencia.
Calidad y cultivos ecológicos
En cuanto a la agricultura, las directrices de ambos grupos son también similares. Ambos reclaman un progresivo desarrollo de la agricultura ecológica, que pretenden potenciar a través de incentivos.
Este respaldo no sólo sería fiscal; sino también directo. No en vano, pretenden que los hospitales y los comedores de los colegios públicos se nutran en las redes de productos ecológicos. Incluso coinciden en reclamar la creación de un ente para la formación y la investigación en el campo de la agricultura ecológica. Por cierto, Esquerra Unida reclama una moratoria indefinida de los cultivos transgénicos.
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